lunes, 21 de mayo de 2012

El Vaticano, atónito por la grave filtración de cartas confidenciales al Papa



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ABC   |  La peor filtración de documentos en la historia del Vaticano incluye numerosas cartas confidenciales a Benedicto XVI y a su secretario personal, Georg Gaenswein, sobre temas tan variados como el alto el fuego de ETA, las discusiones con Angela Merkel sobre el negacionismo del Holocausto o los informes del secretario de Marcial Maciel.

Algunos de estos documentos llegaron directamente al fax del secretario del Papa, pero pasaron posteriormente a la secretaría de Estado, desde donde se ha producido la filtración.
Hay informes sobre casos antiguos que vuelven a la luz como la desaparición de Emanuela Orlandi e informes confidenciales sobre políticos italianos, desde los escándalos de prostitución de menores de Silvio Berlusconi hasta la positiva colaboración con el presidente de la República, Giorgio Napolitano.
Documentos auténticos
El suplemento semanal del «Corriere della Sera» publicó el viernes un adelanto sobre los temas incluidos en el libro «Los papeles secretos de Benedicto XVI», que llega a las librerías italianas el sábado. Su autor, Gianluigi Nuzzi, ha recibido en los últimos años centenares de documentos auténticos procedentes del nivel más alto de la Secretaria de Estado del Vaticano, según indican los sellos de registro.
El adelanto del «Corriere» menciona que entre los documentos figuran «directivas del secretario de Estado (Tarcisio Bertone) sobre relaciones con los terroristas vascos de la ETA para el alto el fuego».
Adelanta sobre todo los temas más escabrosos como «mensajes cifrados de las nunciaturas sobre homicidios con trasfondo sexual de sacerdotes» o los más llamativos como el número de la cuenta corriente del Papa en el IOR o el destino de algunos donativos de la Fundación Ratzinger: 20.000 euros para «becas de estudio de dos estudiantes africanas» y 5.000 euros de «ayuda a una señora de Irán».
Conjuración contra Bertone
La envergadura de esta filtración ha causado asombro y desolación en el Vaticano, donde el clima de confianza necesario para trabajar en temas delicados se rompió hace varios meses con la publicación de las cartas confidenciales al Papa del actual nuncio en Estados Unidos, Carlo María Viganó, sobre casos de amiguismo y corrupción en contratas de suministro de servicios al pequeño Estado del Vaticano o sobre la dudosa actuación de los banqueros externos que lo asesoran en temas financieros. Las revelaciones apuntaban todas contra el «número dos» del Vaticano, el secretario de Estado Tarcisio Bertone.
Como era de esperar, los diarios italianos concentraron su atención en un «culebrón» nacional: la operación de descrédito y derribo del director del diario «Avvenire» -de la conferencia episcopal italiana- mediante acusaciones de acoso homosexual que resultaron ser falsas en un complot que la víctima ya rehabilitada, el periodista Dino Boffo, atribuye nada menos que –una vez más- al secretario de Estado, Tarcisio Bertone.
¿Qué significa la salida a la luz de documentos que dejan en mal lugar al cardenal Bertone? ¿Quién tiene interés en derribar al brazo derecho de Benedicto XVI?
Filtrador de alto nivel
Las respuestas abundan, pero sólo en privado, mientras el esfuerzo del Vaticano en público se concentra en poner «al mal tiempo buena cara», una vez más en su larga historia. Está claro que el «piloto» de la operación es un personaje de muy alto nivel cuya «cordada» de funcionarios que le deben el nombramiento ocupa puestos clave en la secretaria de Estado, la Administración del Patrimonio de la Santa Sede (APSA) y la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
La selección de documentos publicados revela sobre todo una intriga «ítalo-italiana» en la que predominan intereses económicos y políticos muy locales. A partir del sábado, la salida a la luz de los documentos aportará nuevas pistas hacia los «filtradores», mientras la Gendarmería Vaticana, la primera sección de la Secretaria de Estado y el Promotor de Justicia (fiscal) del Vaticano siguen con sus respectivas pesquisas independientes.
Como los indicios apuntan a prelados de muy alto nivel, el Papa nombró el mes pasado al cardenal español Julián Herranz como presidente de una comisión especial de tres cardenales ya retirados –y por lo tanto fuera de sospechas- que deberá estudiar los resultados de la investigación y proponer medidas directamente al Papa. Está en juego la tranquilidad para poder trabajar serenamente el resto del Pontificado.

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